sábado, 24 de octubre de 2009

Las Cosas Que Quiero


Confraternizar con el enemigo había ido demasiado lejos. Ese instante de los dibujos animados en que la gravedad espera a que el coyote se dé cuenta de su error antes de caer en picado.
Las cosas que quiero, por mí: un tequila, un whiskey, que brille el sol. Dormir, olvidar, cambiar el pasado, recuperar a mi hermana. Munición infinita y licencia para matar. En ese instante, más que a nada, la quería a ella.
Los muertos solian tener las respuestas que necesitaba, no es que no les apeteciera hablar, al contraria, los muertos tenian mucho que decir, sus comentarios quitaban el sueño.
Lo mismo que la bala atraviesa la carne de la víctima, hace igualmente añicos la imagen del hombre que aprieta el gatillo.
Esto es lo que veo al echar la vista atrás, estos instantes cegadores como la nieve; te matan, te cambian; mueres y vuelves a nacer, totalmente cambiado.
Es lo que tiene el agujero: No importa cuánto tiempo emplees tratando de salir, puedes volver a caer hasta el fondo en cualquier momento.
Recobras el conocimiento en medio del caos que tú has creado. Te quedas con los ojos cerrados, sin moverte, deseando desangrarte hasta morir. O sales a ayudar a quienes amas, a impedir que el fuego se extienda, a intentar buscar una solución.
Llevabamos toda la vida malinterpretando la fábula de la princesa durmiente.
El príncipe no la habia besado para que despertara, no es probable que nadie que duerma cien años se despierte.
Había sido al revés: Él la besa para despertarse de la pesadilla que le ha llevado hasta allí.
En la vida hay muchas cosas que no eliges, cómo te sientes, por ejemplo.
Había estado mucho tiempo en el fondo del agujero.
Demasiado.
Ella seguia siendo la respuesta, la vislumbraba por el rabillo del ojo; sentía su presencia allá a donde fuera.
La tenía que encontrar.

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