domingo, 25 de diciembre de 2011

Valor Infravalorado


Hoy día oímos hablar mucho del esfuerzo, de la necesidad de esforzarse para conseguir algo en la vida. Sin embargo, la sociedad nos está vendiendo la idea contraria a la necesidad de esfuerzo. ¿Por qué ocurre esto?


Parece ser que actualmente está en cabeza de toda persona menor de veinticinco años que es posible vivir cómodamente sin esforzarse lo más mínimo, y no van muy desencaminados. Es posible tener una ‘’buena vida’’ sin mover un dedo, siempre tendrás cerca a unos padres que te harán la comida, te lavarán la ropa y te harán el ‘cura sana’ si te haces algún rasguño. Así es como nos han educado, y así es como irremediablemente educaremos a nuestros hijos al no tener otro modelo de educación.


¿Qué pasará? Pues que poco a poco y sin poder evitarlo se irá perdiendo el valor del esfuerzo, será un valor infravalorado, redundancia incluida, inexistente me atrevería a decir. Hoy en día ya anda muy perdido, como podemos observar en los ejemplos con los que día a día nos bombardea la televisión: programas insulsos en los que gallos y gallinas por llamarlos de algún modo, se gritan y pelean entre sí discutiendo de la vida privada de otra persona, ¿qué ocurre entonces? Los niños, pre-adolescentes, adolescentes, estudiantes y futuros madres y padres toman como ejemplo para tener una vida mejor el ser un ignorante que no tiene la menor vergüenza y muestra su vida por la televisión, todo por unos buenos fajos de billetes.


La mayor parte de los ídolos que mueven masas actuales han llegado hasta donde están sin esforzarse de ninguna manera, simplemente teniendo la cara un poco dura y aprovechándose de cualquier situación. Y esto hace que nos creamos lo suficientemente capacitados para ser importantes sin dar algo a cambio.


Además de todos estos malos ejemplos que siguen los jóvenes, y no tan jóvenes, ciudadanos del mundo sin capacidad para razonar por sí solos, podemos encontrar chavales que sí que valen. Que conocen el valor del esfuerzo, que saben que las cosas no vienen solas y que están dispuestos a sacrificarse para llegar hasta donde quieren llegar. Y estos no son ninguna minoría, ni mucho menos. Lo que pasa con estos chavales es que se esconden. Sí, se esconden. Estoy hablando de jóvenes en edad de estudiar, de colegios e institutos, que se ven obligados a callarse para sí mismos todos los esfuerzos que tienen que hacer para sacar buenas notas y que, aún así, son discriminados por el resto de sus compañeros por el simple hecho de tener unas notas más altas. Esto causa que muchos de estos jóvenes desistan, prefieran tener unas notas más bajas para tener la aprobación de los demás.


Para mí está clarísimo. El valor del esfuerzo se aprende, no se nace con él, y es deber de padres, tutores y de la sociedad en general hacer que las futuras generaciones que habitarán nuestro planeta tengan unos valores mínimos, ya que de otra manera se perderá uno de los mayores logros del ser humano: la inteligencia.

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