martes, 13 de marzo de 2012

Mi Abuelo, Mis Raíces


Es mi abuelo paterno un hombre justo, sereno y cabal. Bilbaíno de txapela en ristre y amigo de los pelotaris. Era el juego de pelota su gran pasión y se apostaba sus buenos duretes en los frontones de Euskadi. Allí, al Bilbao de la ría acudía y acudo yo, de niño, muchos veranos de mi infancia, a ver a mi abuelo y a mi abuela, pero sobre todo a escuchar las sentencias de aquel abuelo que me hizo enamorarme del juego de pelota y de las hazañas y gestas gloriosas del Athletic de Bilbao.

Y mi sangre vasca saltaba de alegría por los prados de aquellos leñadores que cortaban troncos para hacer de la vida un deporte. Si, el deporte vasco es un desafío continuo.

Otra cosa que me enseñó profundamente mi abuelo era jugar al mus a la vasca, y aprendí de envites, amarretes y órdagos, con las cartas limpias del Mesón La Casa Vasca... y los eternos guiños de mi abuelo dándome a entender que tenía juego o que llevaba las treinta y una.

Por las noches escuché a mi abuelo llenarme la imaginación de cuentos y leyendas vascas.

Pero lo que más le agradezco a él es que me ha enseñado a ser hombre de bien, amante de lo universal y que mi alma tuviese candor bohemio. Desde entonces supe que yo tenía la visión del Universo como ese pequeño rincón al que todos pertenecemos.

Mi abuelo me enseñó a soñar.

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