martes, 7 de junio de 2011

Apócrifo Para Un Párroco


Querido párroco,
Por la presente, comunicarle mi deseo de seguir siendo cristiano, pero a mi manera.
Seguiré creyendo en Dios, hablando con él, pero no me impongan sus métodos. Los encuentro arduamemte abovinables.
Puede que se pregunte el por qué de esta decisión, hasta yo, en algún momento he llegado a plantearme esa misma pregunta durante mucho tiempo... por qué romper con miles de años de tradición...
Quizá la respuesta a usted no le sirva, y decida no volver a comulgarme. Lo sé, y lo prefiero.
He pensado en el amor de dios a sus criaturas. Todas han sido creadas por Él, ¿no?. ¿Cómo, entonces, pueden predicar el amor al prójimo, y a la vez adiestrar en el odio a sus fieles, un odio irracional hacia lo desconocido, hacia las mismas criaturas que Dios ha hecho, ha cultivado y ha dejado crecer junto a ustedes? ¿Acaso no son igual de humanos que usted aunque no sigan su patrón de vida?...¿Acaso Él, les va a despreciar ahora, después de dejarles haber vivido?... Los padres cariñosos quieren de cualquier modo, si Él es amor, les amará.
¿Qué es, si no, el pecado?. A mi modo de ver, solo son las cadenas de los cobardes, las riendas de vuestros corceles para dirigirlos para allí o para allá.
Dios ya adquirió animales para someterlos, no dirijan piaras de gente atormentada, sálvenles del dolor...
¿Y el infierno?... ¿qué me dice de ese lugar, lleno de fuego, dolor, tormento eterno y figuras espantosas?... qué fácil resulta dar miedo ¿verdad?... qué tremendamente dociles se volvían las personas cuando imaginaban sentir ese dolor para siempre, y así poder postrarlos ante ustedes, no ante Dios.
¿Un padre arrojaria a sus hijos al fuego?... Qué poco saben del amor.
Él nos dio el libre albedrio, la opción de decidir, de ser libres, y eso, ustedes, siendo sus representantes, es un mandato que desobedecen e ignoran, solo por miedo a quedarse solos.
Dejen de causar dolor, dejen de obligar y prohibir, dejen que la gente, los fieles decidan hablar con un Dios amoroso, y no por miedo, si no por amor y amistad.
Acataré, pues, la decisión de mi salida de esta iglesia con total orgullo. Hoy empieza para mi una nueva relación de amor con Dios, sin miedos de por medio, sin pecados, sin infiernos, sin mandatos ni prohibiciones...
Lleno de amor, les deseo una buena estancia en la tierra, hasta que Él mismo decida si merecen o no continuar manchando su amor.
Gracias por su ateción,
Reciban cordiales saludos,
Un cristiano.

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